Personalizar el aprendizaje: Un reto de ayer y de hoy
La educación personalizada no es un invento del siglo XXI. Se podría decir que desde los primeros filósofos se intentaba que cada persona aprendiera lo necesario para su vida y de acuerdo a sus habilidades y fortalezas personales. Aristóteles acompañaba a través de las preguntas y eso ayudaba al discípulo a reflexionar sobre lo que cada día iba viviendo.
Los años pasaron y aunque en muchos lugares la educación se transformó en enciclopedista, el arte de educar hizo que muchos docentes le impusieran su impronta: Una mirada profunda a los que sus alumnos precisaban.
Y aquí está el secreto: MIRAR a quienes acompañamos en el camino de aprender. Sólo desde esa perspectiva lograremos saber qué necesita el alumno en el aquí y el ahora.
El lugar del docente vira entre la postura del maestro que enseña o da cátedras magistrales al alumno que aprende desde sus capacidades y fortalezas.
La mirada cambia a la persona. Lo hace sentir valorado desde lo que es y cómo es. La mirada le dice que nos importa su aprendizaje y no sólo que esté presente en las clases. Se trasunta en preguntas dirigidas a cada alumno indagando sobre su emocionalidad, sus gustos, sus anhelos o desvelos. Un docente que mira es un maestro que ha logrado la mitad del camino.
Hoy esta escuela mixta donde se conjuga lo presencial y lo virtual, nos ha hecho entrar al corazón de cada alumno: su hogar. Desde lo virtual compartimos con las familias el entorno, las molestias, los logros…. Desde lo presencial comprobamos cuanto han aprendido realmente y darnos cuenta que nuestros pequeños necesitan el contacto humano, la calidez docente y la alegría del encuentro con sus amigos para seguir creciendo.
Desde el Colegio seguimos sosteniendo la escuela como recurso de aprendizaje de habilidades para la vida y necesitamos más que nunca de la familia como punto de conexión y de encuentro con nuestros estudiantes. Sólo trabajando juntos lograremos que la personalización de los aprendizajes sea un espacio donde el alumno encuentre significación a su Ser y su hacer cotidiano. Donde se sienta valorado, querido y reconocido. Donde se sienta MIRADO con Amor.
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